16 de julio de 2008

Hoy volví a sonreir...

Hoy, luego de haber pasado 3 días sin bañarme, 1 día sin dormir y 18 horas frente al monitor decidí salir de casa, en realidad tenía que hacer unos trámites impostergables.Me bañe, me vestí y salí caminando. Lucía un pormanteau marrón largo, 10 centímetros por debajo de la cavidad poplítea, guantes blancos y una chalina blanca; quevedos grandes negras para ocultar mi rostro cansado.
Caminé por las frías y grises calles patagónicas, con un andar ligero dando pasos largos y firmes; percibí el contraste con aquellas diagonales tristes y húmedas que camine aquel martes….Recorrí las calles del barrio donde crecí; pasé frente a una plaza cerrada a la cual me llevaban mis padres cuando niño y que hoy luego de varios años de abandono ha vuelto a funcionar.Observé detenidamente aquella calesita a la que por aquel entonces veía gigantesca con sus caballos, tanques y helicópteros de fibra de vidrio amarilla. Lo que más llamó mi atención fueron los dibujos que acompañaban aquel recorrido cíclico. Siempre me parecieron tristes y patéticos, ya que no eran copia fiel de los personajes de aquel entonces, sino que eran una copia mal hecha, como de memoria… algo así como mmmm si así exactamente… aunque hoy me robaron una sonrisa, vi a personajes como Mickey, el topo GiGio, El Lagarto Juancho, Tío Rico, Tía Lacia, Isidoro Cañones, Clemente, Pedro Picapiedras, plasmados sobre una chapa oxidada con una pintura ya descolorida, me conmoví al mismo tiempo que me horroricé al ver al pobre Mickey Mouse casi tomado de la mano con un Pikachu de rostro perverso, entre un Peke y Dragon Ball. Ahí me cayó la ficha que el tiempo había pasado. Continué mi camino.Esa sonrisa que en mi rostro se había marcado desapareció casi instantáneamente ya que ni bien llegue a la esquina, una mujer de edad avanzada cruzó delante de mí. La noté muy cansada, con muchos achaques, empujaba un carro de fabricación casera, muy improvisado. Las ruedas parecían provenir de lo que alguna vez fue un changuito para llevar a algún crió, el baúl que sostenían esas ruedas era una caja de galletitas sin sal y las manijas para empujarlo unos palos, todo sujeto muy deleznablemente con alambres y piolas. En su interior: una escoba, trapos y lo que parecía ser un balde sin manija.Una vez en la proveeduría pedí 200 gramos de margarina y volví a sonreír, me estaban filmando…
Robotito
¿Puedo vivir?

2 comentarios:

Anónimo dijo...

el lugar era bárbaro, no específica o claramente gay, buena estética, excelente música, gente interesante, muy moderno todo, esa onda indefinida, todos los tipos eran semiosos y/o rapados, gay seguramente, pero como que no se nota mucho, las minas rezarpadas, cero gatos, bailando genial, mucho éxtasis, supongo. hubo dos "shows", dos gays que cantan, no travestidos, pero ingeniosos, uno más techno-punk, el otro más rocker, pero sin banda, sólo techno, letras con contenido deliberado, a veces ingeniosas, buena actitud, una onda gay nuevo milenio, menos exhibicionista, más real, para nada patética, me gustó. Robotito y Moskyverde hicieron como unos coros, Robotito "in drag" pero re bizarro, era más que nada una peluca verde flúo muy artificial, un maquillaje casi extraterrestre y una mini de tela de jean, sin tetas ni nada, de zapatillas, medio cualquiera, estaban medio borrachos y el numerito musical que habían preparado no lo hicieron. La onda de la gente era medio autista, para nada festiva, a los shows sólo algunos les dieron bola, a algunos no les interesó, mucha danza trance, no onda babosa ibicenca bailando al atardecer con sol poniente mediterráneo detrás, sino más ese perfil neourbano de gente instruida... aunque a mi tambien me gustan settings más primitivos, onda tribu de caníbales o boliche de cumbia, aunque sea para ir como turista, como el otro día. No sé si da para repetir ese tipo de salidas todos los findes, mucho humo de tabaco

Anónimo dijo...

La vida es como ir en una calesita. Vueltas, música, color... A veces alegría, a veces vértigo, a veces angustia y volver a la alegría. Rostros queridos que te miran pasar en cada vuelta y te alientan a seguir. Rostros indiferentes, gente que espera que te bajes para ocupar tu lugar.
La sortija siempre ahí, tentadora, huidiza, por momentos inalcanzable y otras veces tan, tan cerca... En algunas ocasiones podés atraparla y hay una vuelta más, una vuelta en la calesita, un guiño en tu vida, un tiempo feliz.
La calesita, las vueltas, la alegría, la pena, la sortija, los saludos desde afuera, el miedo, el vertigo... Nada más parecido a la vida.
Voy por otra vuelta. Agarrado a mi caballo de madera, sigo viaje. Gracias a los que alientan detrás de la reja...