5 de abril de 2010

Oscuras Maquinarias


El mundo es un escenario, donde todo empieza y acaba, y mientras avanza el calendario mi pseudo vidita es una charada, donde montamos unas maquinarias oscuras y siniestras generadoras de mal, de odio, que nos conducen al único lugar en el que nos sabemos desenvolver y en el que nos merecemos estar, la soledad.


Somos los maquinistas de esas estructuras erigidas sobre bases de naipes, moviendo palancas y palanquitas, a diestra y siniestra, llevando a cabo pantomimas bizarras para vaya a saber quiénes. Llenando intersticios vacios con parafernalia absurda para, al menos, generar el bullicio necesario para acallar el ruido perturbador de ese silencio triste.


Orquestamos sinfonías patéticas, digitamos maniobras mordaces cargadas de hastió y desesperación para al fin terminar escuchando siempre la misma melodía nefasta, la nada.

Al finalizar la jornada, nos encontramos siempre en el mismo lugar: sentados en nuestras sillitas, mirando a través de una ventana, nuestros ojos, como acontece la vida, el derrotero personal y ajeno, somos espectadores una vez más y como siempre de lo inevitable, del accidente total, que HOY más que nunca está sucediendo, está aconteciendo y por suerte, nos preparamos desde la primera hora, para no ser sorprendidos, para sonreír y bailar en una danza cuasi pornográfica con la Providencia.


Se oyen tenues voces repitiendo una y otra vez “Puedo vivir” y pretenden que nosotros también lo hagamos, pero no se dan cuenta que nos encontramos más vivos que nunca mirándonos frente a grandes espejos y preguntándonos ante nuestro reflejo si somos realmente nosotros o el monstruo que creamos de nosotros mismos, pero ya nada importa, ya nada queda…

30 de junio de 2009

Prohibido estornudar!


¡Qué horror! Hoy, después de casi 10 años, tuve que volver a votar. Ya no me quedaban excusas en mi bolsita para poner; así que me apersoné en la escuelita. Obvio, antes me puse mi portmanteau negro, largo hasta las rodillas, mi bufanda, y mis guantes. Debajo de la bufanda, claro, estaba mi barbijo, debajo de los guantes de lana, los de látex, en uno de mis bolsillos, la boligoma para pegar el sobre para evitar el contacto con el mismo, y el alcohol en gel metidito en otro, por si las moscas… Llegué temprano, sin dormir. Había pasado de largo, la noche anterior estuve de fiesta clandestina en una chacra. El alcohol se acabó medio temprano, pero no importó, la música era genial y yo, como siempre, me sentía en la cresta de la ola, en fin. Entré a la escuela, sin quitarme las gafas, había poca gente, por suerte. Digo “por suerte” porque detesto mezclarme con la plaga, con la plebe. Tenía terror, estaba atemorizado de que alguien estornudara a mi lado, o bien hiciera contacto conmigo. Como pude, llegué hasta la mesa donde me tocaba votar, si mal no recuerdo era la 1056. Me acerco, entrego mi documento, me dan el sobre, y paso al “cuarto oscuro”. No entendía nada, mi nivel de alcohol y sustancias químicas era altísimo. Debo confesar que volver a entrar a un aula después de tanto tiempo me impresionó un poco; veía todo como muy chiquito, las mesitas, las sillitas, el pizarrón, que antes, en una época, me parecían grandes, hoy me parecieron pequeños, insignificantes, tristes, vacíos, grises. El abecedario pintado en cartulinas sobre el pizarrón me conmovió, y ni hablar de Jacinto, el portero, que estaba haciendo de fiscal de mesa, me dejó helado; ya no era ese héroe que solía tocar la campana para que salgamos al recreo, era una especie de bicho canasto en proceso de extinción. Y Mabel, la seño de lengua, era Bette Miller interpretando su peor papel. Yo, por supuesto, estaba intacto. Aún bajo los efectos del clonazepam, me desenvolví como pez en el agua, como en mi casa. Ahora que pienso, ya no se ven tantos bichos canasto como antes, recuerdo cuando niño los árboles de la cuadra estaban repletos de ellos, y hoy, los únicos bichos canasto que quedan en pie son nuestros vecinos, los López, con sus siete vástagos y el padre, del que se dice incurre en la pedofilia con varoncitos y frecuenta sitios de internet non sanctos. Qué horror, qué triste, ya nada queda casi... ¡Paren el mundo, que me quiero bajar!

Robotito
¿Puedo Vivir?

28 de junio de 2009

El Planeta de Luto

Así que, bueno, acá estoy, mirando por la ventana con mi tazón de café en la mano, el que acabo de batir, mirando los coches pasar con mis anteojitos holográficos puestos, cantando We Are The World mientras todo se derrumba...

Aún no salgo de mi asombro, estoy azorado, la noticia me golpeó y fuerte, desde que me enteré aquel día que no dejo de ver CNN y chequear constantemente la página de TMZ para saber algo, algo más. Estoy triste, sí, pero por otro lado me parece genial, su muerte es genial, él es genial…

A mamá le decía que cuando sale alguien a hablar en plan conferencia, es como que tengo la esperanza de que aparezca él, con alguna túnica made in India, pantuflas, paraguas y barbijo, no me sorprendería; pero no, no aparece, se fue, it's over…

Es un pedófilo me dijeron, pero digo yo, ¿a quién le importa? Eso es muy de nosotros también, no nos interesa porque no nos pasó, además son dos o tres nomás, el resto del planeta está intacto, llorándolo, velándolo mientras mira, miramos algún videíto en Youtube con alguno de sus temas.

No lo esperaba, me agarró con el pescado sin vender, con la guardia baja, no tuve tiempo de preparar nada. Al enterarme me sentí como Marcel Marceau un miércoles de ceniza en el museo de Madame Tussauds. Sí, así exactamente. Automáticamente cancelé todas mis actividades y me apoltroné en mi silloncito de mimbre a ser, una vez más, espectador de lo inevitable. Me sentí más que nunca en la antesala, en la víspera del accidente total. Ya nada más podía pasar. ¿Y ahora qué? ¿Qué falta? ¿Quién sigue? Parece que están empezando a llamar a los números que hace un tiempo atrás repartieron, espero no ser el próximo…

Pero bueno, no queda otra. Ahora me zambulliré en mis cajas de recuerditos a exhumar aquel viejo VHS que grabé en el '93 cuando estuvo en la Argentina, para contemplarlo, velarlo, una vez más… El Rey ha Muerto…


“Tan solo porque lo impriman no quiere decir que sea el Evangelio, la gente escribe cosas negativas porque ellos sienten que eso es lo que vende, las buenas noticias no venden"


Michael Jackson (1958-2009)


24 de junio de 2009

Charla telefónica!

Me enteré que Ramón está en la costa. Un cuadro desgarrador, la Ramón apoltronada debajo de una sombrilla de mierda, sentada con su culo gordo y chato en una reposera de esas bajitas, semi enterrada en la arena, a un costado, una toalla medio desdibujada, de piolín y silvestre, y más a lo lejos, un balde y una palita a la vera de lo que quiso ser un castillito de arena. "Más solo que La Ramon en la costa". Está en Mar de Ajó, solo como una ostra, como una manatí en peligro de extinción, metida en un cyber, porque acusa no tener amigos... Me conmovió el cuadro. Qué espanto! pobre, no pega una, ESA. Claro, está parando en el departamentito [que los padres tienen allá para el veraneo]. López le dijo que se lleve a alguien y él dijo que en la primera cita no coge. Me conmovió hasta las lágrimas... Me lo imagino sentado en esa reposera de mierda con un gorrito como el de Piluso, un pantalón blanco, mocasines, las medias hasta las rodillas, una remera a rayitas y el mate.
Me llegó el run run que vieron a la Ramón comprando medio kilo de rabas fritas camino a la playa, [después] no se volvió a saber de él... Pero no debe coger nunca, se debe cerrar enseguida. Que espanto, vivir a pajas cruzadas. La ciencia nunca ha besado a un hombre…
El otro día le decía a mi vieja que la playa es tan grasa... la gente con las conservadoras abarrotadas de comida, sandwiches de milanesas, medio húmedos por los hielos que enfrían alguna gaseosa de segunda marca, comiendo choclos en la playa, y después se clavan un churro... Pero, rica, vos estabas en Pakistán comiéndote un choclo, eso es otra cosa!, acá las gordas sentadas, apoltronadas en la arena, con el boso todo engrasado por el choclo, comiéndolo chochas, diciendo, mientras se comen ese, al marido, “Bichi, ¿no me traés otro?” mientras compran un avión de telgopor que se lo lleva el viento y paran al de los churros, todos apiñados.
Hoy salí a correr, sí, así tengo más resistencia, cuando entreno me quedo sin aire, ya estoy grande. Me agotó correr sobre las piedras, imaginate, se me enterraban los tacos. Hoy fui al médico por el tema de mi muñeca, me dijo que no bata más café.

Robotito
¿Puedo Vivir?

17 de junio de 2009

Dejame en PAZ LopeZ


Es impresionante como estas locas ,operando detrás de un monitor, detrás de esa luminiscencia, se creen poderosas, se deben ver a ellas mismas como la mano con guante negro que acaricia a un gato, apoltronadas en un sillón de respaldo altísimo, cuando en realidad TODOS sabemos que viven atormentadas, encerradas en sus supositorios virtuales, con un calo ventor entre las piernas, escondidas detrás de esa lucecita que emana del monitor y ellas creen que es la luz de su show, la luz de su teatro del dolor, un teatrito tristísimo, con teloncitos de lamé y viejos tosiendo.

Fijate como han dicho lo que se les ocurrió sin medir nada, escudadas por sus monitores la impunidad del chat las convirtió en "MOSTRAS" de tercerisima clase, pero ellas se deben sentir poderosísimas, hasta se deben ver en el espejo con una capita y un antifaz. son un facsímil arrugado y vetusto del Dr. No; el antihéroe de James Bond.

El chat para éstas es como el tubito de oxigeno, el respiradorcito que las mantiene vivas, es el respirador que le vino en la valijita de "Juliana doctora"

Robotito
¿Puedo Vivir?

16 de marzo de 2009

Muñecos "Especiales"

De pequeño siempre jugué con muñecos y hasta con muñecas, mis padres siempre vieron esto con horror, recuerdo haber visto fotos mías de niño, abrazando un osito de color amarillo (pooh) al que por esas desgracias de la vida un Setter Irlandés le había comido una patita, y las dos orejitas. Mi madre ante mi llanto desconsolado, optó por hacerle un muñoncito.

Ahora los dejo, quiero seguir viendo fotos de esas épocas en las que aun tenía esa inocencia e ingenuidad, que hacía que entre todos mis juguetes el preferido haya sido el osito discapacitado, solo porque le faltaba una piernita y sentía que los demás juguetes lo dejaban de lado. Él dormía conmigo. Me lo regalo Brigida Perotti apenas nací.

Ahora de grande concluyo que me crié entre ositos rellenos de aserrín mutilados y tortas decoradas.


Robotito
¿Puedo Vivir?

4 de septiembre de 2008

"El accidente...."

Si no fuese porque a continuación precisaré la fecha, esta imagen bien podría pertenecer a un futuro no muy lejano…

Domingo 31 de agosto de 2008, una persona observa atenta y expectante por un enorme ventanal el afuera. En su mano derecha sostiene una gran taza, su contenido, café.
Si bien se encuentra de espaldas sabemos muy bien que se trata de Robotito.

El ve con sus ojos el mundo, ve al accidente total, ya no lo vislumbra sino que es parte de él, lo vive, porque el accidente total esta ocurriendo ahora, y Robotito esta mas vivo que nunca.

A través de su ventana (sus ojos), ve una gran refinería con sus enormes chimeneas apuntando directamente al cielo y escupiendo volutas de humo que se condensan alrededor de una gran antorcha que parece celebrar victoriosa.. A escasos metros una Universidad recientemente erigida con sus alumnos entrando y saliendo como hormigas que salen a buscar vaya a saber uno qué, ajenas a cualquier acontecimiento…

Robotito observa, sabe que el accidente es inevitable, observa atento la desconstrucción de lo construido, pero no teme, el estuvo preparado desde siempre. Sabemos que las primeras palabras de Robotito fueron “BIG HOAX” y que a estas, las ventiló como mantra, pero sus segundas fueron “ACCIDENTE TOTAL”. Por lo que él no vivió en un tubo de ensayo todo este tiempo, el ensayó este momento, Robotito se preparó.

Robotito nunca tuvo hijos, a él siempre le dio asco la idea de concebir, de seguir trayendo gente a este mundo superpoblado en donde los recursos naturales se están agotando. Donde el único aire que se respira es aire viciado por el odio del mundo… se respira hastío….

Robotito sonríe, es un leve mohín, pero nos demuestra - nos sirve - para comprobar que sigue vivo, más vivo que nunca.

Robotito celebra el accidente total, pero lo celebra a su modo, como espectador de lo inevitable.
Robotito bebe un sorbo de café, mira hacia ambos lados por sobre sus hombros y dice con voz tenue: “Bienvenidos al Accidente Total”, y arroja su taza al cielo… sonríe.


Robotito
¿Puedo Vivir?