30 de junio de 2009

Prohibido estornudar!


¡Qué horror! Hoy, después de casi 10 años, tuve que volver a votar. Ya no me quedaban excusas en mi bolsita para poner; así que me apersoné en la escuelita. Obvio, antes me puse mi portmanteau negro, largo hasta las rodillas, mi bufanda, y mis guantes. Debajo de la bufanda, claro, estaba mi barbijo, debajo de los guantes de lana, los de látex, en uno de mis bolsillos, la boligoma para pegar el sobre para evitar el contacto con el mismo, y el alcohol en gel metidito en otro, por si las moscas… Llegué temprano, sin dormir. Había pasado de largo, la noche anterior estuve de fiesta clandestina en una chacra. El alcohol se acabó medio temprano, pero no importó, la música era genial y yo, como siempre, me sentía en la cresta de la ola, en fin. Entré a la escuela, sin quitarme las gafas, había poca gente, por suerte. Digo “por suerte” porque detesto mezclarme con la plaga, con la plebe. Tenía terror, estaba atemorizado de que alguien estornudara a mi lado, o bien hiciera contacto conmigo. Como pude, llegué hasta la mesa donde me tocaba votar, si mal no recuerdo era la 1056. Me acerco, entrego mi documento, me dan el sobre, y paso al “cuarto oscuro”. No entendía nada, mi nivel de alcohol y sustancias químicas era altísimo. Debo confesar que volver a entrar a un aula después de tanto tiempo me impresionó un poco; veía todo como muy chiquito, las mesitas, las sillitas, el pizarrón, que antes, en una época, me parecían grandes, hoy me parecieron pequeños, insignificantes, tristes, vacíos, grises. El abecedario pintado en cartulinas sobre el pizarrón me conmovió, y ni hablar de Jacinto, el portero, que estaba haciendo de fiscal de mesa, me dejó helado; ya no era ese héroe que solía tocar la campana para que salgamos al recreo, era una especie de bicho canasto en proceso de extinción. Y Mabel, la seño de lengua, era Bette Miller interpretando su peor papel. Yo, por supuesto, estaba intacto. Aún bajo los efectos del clonazepam, me desenvolví como pez en el agua, como en mi casa. Ahora que pienso, ya no se ven tantos bichos canasto como antes, recuerdo cuando niño los árboles de la cuadra estaban repletos de ellos, y hoy, los únicos bichos canasto que quedan en pie son nuestros vecinos, los López, con sus siete vástagos y el padre, del que se dice incurre en la pedofilia con varoncitos y frecuenta sitios de internet non sanctos. Qué horror, qué triste, ya nada queda casi... ¡Paren el mundo, que me quiero bajar!

Robotito
¿Puedo Vivir?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Ouch...!!! q sensaciones diferentes q tuvimos para lo mismo... (votar)

En el colegio donde yo vote... habia gente muy paqueta como autoridades de mesa... claro q el colegio es muy cheto... y el barrio tambien... jeeeeeee...

Fuiste en pedo y encima empastillado a votar... y te dejaron...??? no se habra notado... xq aca se armo un bolonki con un choborra q queria votar y no lo dejaban pero no se xq...??? sera xq estaba borracho...??? y bue... cada uno la vive como puede... o no...??? jeeeeeeee... chauuuuu...!!!